Cuando abrí este blog lo hice fundamentalmente con dos objetivos: utilizarlo como una especie de terapia que me permitiera verbalizar de forma ordenada lo que me estaba pasando e informar de primera mano sobre mi enfermedad. Hoy, muchos meses, dos operaciones, seis ciclos de quimioterapia y treinta y tres sesiones de radioterapia después, puedo decir que mis aspiraciones iniciales se han cumplido con creces. Es más, se han superado de una forma que al principio no podía ni soñar.
Lo cierto es que, al escribir la primera entrada, pensaba que poca gente me iba a leer. Aunque pueda sonar un poco extraño, me daba un poco igual, porque lo que yo quería era utilizar el blog para poner en palabras lo que me estaba pasando. Para mi sorpresa, he recibido miles de visitas (unas setenta diarias) y se han dejado cientos de comentarios. Por si esto fuera poco, este medio me ha puesto en contacto con personas a las que no conocía anteriormente, pero con las que he sentido una comunión especial, la de los que formamos la hermandad de ser o haber sido enfermos de cáncer, y me ha dado la oportunidad de reencontrarme con otras de las que me había alejado.
Después de haberlo pensado mucho, y con un nudo en la garganta y una sensación de melancolía que me cuesta describir, hoy publico mi última entrada. Concebí este blog como testimonio de mi experiencia por la travesía del difícil camino del cáncer. Mi intención no ha sido nunca contar mi vida, a pesar de que la página se llame como yo, sino explicar qué ha pasado por mi mente y por mi cuerpo durante estos intensos meses. Una vez cerrado el ciclo, no me parece necesario ni conveniente contar qué hago. Por otra parte, me niego a dejar que muera de muerte natural, no publicando durante semanas hasta dejarlo por completo, algo que me ha ayudado tanto en los peores momentos de mi vida.
Por eso, ahora, cuando me sé curada, creo que no tiene mucho sentido continuar publicando. Por eso, precisamente hoy, cuando hace un año que me dijeron que padecía un cáncer de mama, decido cerrar esta página. Eso no quiere decir que no vaya a dejar esta ventana abierta. Me gustaría que pudiera servir a más gente que está pasando por lo mismo, y por eso el blog va a estar aquí, en ese limbo que es el ciberespacio, hasta que algún administrador desconocido decida hacerlo desaparecer. Durante unos días más iré entrando por si hay comentarios que contestar. Repito que me está costando mucho, pero siempre concebí esto como algo que se debía concluir, algo con un principio y un final. Hoy siento que he cerrado un ciclo y escribir lo que ahora estoy escribiendo me parece lo más coherente.
Por si en un futuro más o menos lejano alguien quiere ponerse o seguir en contacto conmigo, mi correo electrónico es mariaantoniavaldivielso@gmail.com. Estaré encantada de recibiros en otra habitación, mucho más íntima.
Evidentemente, no puedo irme sin antes hacer algo que he hecho muchísimas veces a través de este medio, y de lo que no me cansaré nunca: dar las gracias. No tengo palabras –yo, que hablo tanto- para agradecer a todos los que me habéis animado, sostenido, ayudado, alegrado, emocionado, confortado… Como no me perdonaría olvidarme de nadie, me gustaría dar las gracias de forma global, antes que nada, a mi familia, la de aquí, la de Bilbao y la de Madrid; a mis amigos, a los que ya conocía antes y a los que he ido haciendo en el blog; a mis compañeros de trabajo; y muy especialmente a mis alumnos y ex alumnos, que me han hecho sentirme orgullosa de todos y cada uno de ellos y que han dado sentido al trabajo que he ido haciendo durante años.
Me despido con unas palabras que no son mías, sino de una de mis canciones favoritas, y que resumen en muy pocas líneas muchas cosas que siento y que yo no podría decir mejor:
Y en el futuro espero, compañeros, hermanos,
ser un buen tipo y no traicionaros.
Que el vértigo pase y que en vuestras ventanas
luzca el sol cada mañana.
Pero basta de lamentos,
brindemos, es el momento,
que estamos todos y no falta casi nadie,
que hay que apurar la noche que acaba de empezar.
Gracias y que la vida os sonría.