martes, 28 de octubre de 2008

Cinco apuntes irlandeses

Un país que es capaz de dar escritores de la talla de Samuel Beckett, James Joyce, Iris Murdoch, Oscar Wilde y William Butler Yeats y cuyos autores (autoras en este caso) más vendidos en la actualidad son Cecilia Ahern (muestra de cómo lo más blandito traspasa fronteras y se convierte en un fenómeno, con adaptación cinematográfica incluida) y Marian Keyes (que ha elevado el modelo de Bridget Jones a la categoría de prototipo) tiene que tener, por fuerza, algunas singularidades realmente notorias. Sólo voy a anotar las que, en mis cinco días por La Verde Irlanda, me llamaron más la atención.

Los acantilados de Moher.- Como aterrizamos en Shannon, nuestro recorrido por la isla empezó por allí. Son unas sobrecogedoras paredes de hasta 204 metros de alto. Sin embargo, lo que me pareció más reseñable es que, en aquellos lugares en los que es posible acercarse hasta el borde del precipicio, y, por tanto, saltar, hay placas metálicas con mensajes del tipo: “Siempre hay una última esperanza”, “Puedes llamar durante las 24 horas”… y un número de teléfono. No pocos suicidas deben de elegir un lugar tan impresionante como ese para poner fin a su vida y hay asociaciones de ayuda que lo tienen en cuenta.


Los horarios de las comidas.- Si en España y en otros sitios que recientemente he visitado como Berlín es posible comer casi de todo a cualquier hora, en Irlanda o te espabilas o tienes que llamar al servicio de habitaciones del hotel. ¡Sí! Por primera vez en mi vida lo hice, pero incluso en esa circunstancia tuvimos que cenar lo que ellos quisieron, porque no les quedaban nada más que dos platos. A partir de las 14 o de las 20 horas es prácticamente imposible encontrar una cocina abierta.

Los pubs.- Sin duda las estadísticas que afirman que España es el país del mundo con más bares por habitante no han tenido en cuenta los que hay en Irlanda. No es sólo la conocidísima zona del Temple Bar en Dublín sino que en cualquier rincón bucólico, al abrigo de un castillo reconvertido en atracción turística se ven establecimientos como el Durty Nelly’s, que visitamos buscando algo de comer, sin éxito. Como llamativo quiero señalar que allí sí se aplica la directiva antitabaco y que la gente bebe una pinta de cerveza negra tras otras sin encender un cigarrillo. Ellos sí que han sabido cómo hacerlo sin traumas ni revueltas sociales. A ver cuándo se copia aquí.


La esquizofrenia.- Ya lo señalé de Alemania, pero en Irlanda el silencio es patente en los pubs, en los restaurantes, en los hoteles, incluso en la calle… Aunque basta una celebración para que la gente se desate y nos ofrezca una cara bien distinta. En el avión de vuelta vinimos con una despedida de soltera; eran como diez chicas jovencísimas y dos mujeres maduritas, las que imaginé como la madre y la suegra de la futura esposa. Ya subieron al avión vestidas de una forma bien curiosa: todas de negro, algunas en tirantes con el frío que hacía, con unas bandas como de miss cruzadas sobre el torso y sombreros de lentejuelas morados, a juego. Pues nos dieron el vuelo. No es sólo que estuvieran cantando y gritando durante dos horas, es que hasta llevaban un megáfono para acompañarse. Unos pasajeros se encararon con ellas y la cosa estuvo a punto de llegar a las manos ante la pasividad de las azafatas, prácticamente de la misma edad que las celebrantes y, en mi opinión, con su misma preparación para moverse por el mundo.

Dublín.- A ver, ¿cuántos habitantes hay en Dublín? ¿Un millón doscientos mil? ¡Pues estaban todos paseándose por las mismas calles el sábado! Fue un poco agobiante moverse entre toda la marea humana que parecía haberse puesto de acuerdo en salir de compras. Por cierto, es una de las pocas capitales donde no vimos marcas de ropa españolas. O allí no ha llegado la globalización o el gusto de las irlandesas difiere bastante del nuestro a la hora de vestir. Va a ser esto último, porque hay que ver los modelitos con los que la mayoría se atreve a salir de casa.

Una vez leídos estos apuntes, me he dado cuenta de que parece que Irlanda no me haya gustado y no es así, en absoluto. Sólo quería señalar cinco aspectos curiosos y alejarme de las descripciones turísticas, que para eso hay unas guías de viaje estupendas. Si habéis visitado la Isla Esmeralda, contadme vuestras impresiones.

4 comentarios:

angels blog dijo...

Hola guapa, aquí Àngels,

ahora ya espero que me pongais algo, me coge mono de escribir.

Creo que le estoy cogiendo demasiado vicio a ésto, después no podré desengancharme.

Yo estuve en Dublín, hace muuuuuchos años, y no salí demasiado de la ciudad.

Estuve para un curso de Ingles, pero sólo fué por dos semanas. O sea, que más que nada estuve por Dublín y alrededores, pero me gustó.

Me gustó la gente. Estuve viviendo con una familia. Super majos.

Con la compañera que fuímos, íbamos cada mañana a clase y por la tarde nos paseábamos por Dublin.

Fuímos a la prisión donde se rodó "En el nombre del padre", y a ver algún castillo. Estuvimos en "la Guinnes", y claro bebimos cerveza negra, como no.

También estuvimos en un centro de estos folklóricos, donde bailamos danzas típicas irlandesas. Unos músicos en un escenario, daban las instrucciones, y nosotros intentamos seguirles. Nos divertimos muchísimo.

También estuvimos algunas tardes en el St. Stephen's Green (no sé si lo he puesto bien), donde mucha gente se sienta en la hierba a escuchar los músicos que tocan en las glorietas del parque.

Y la gente bebía muchísimo, en los pubs, sobretodo fuera. Siempre te encontrabas con alguna persona bastante ébria aguantando la fachada del local y buscando conversación.

Me gustaría ver más y sobre todo el tema paisaje, como esos acantilados que aparecen en tu foto, que tienen que ser impresionantes.
Es que a mí me van más los paisajes que los castillos.
Ya sé que las "piedras" como les llamamos Xavi y yo, también tienen su encanto, pero por ahora me va más lo otro.

Cuando viajamos, nos esforzamos por ver un poquito de "cultura", pero se nos pasa muy rápido, nos cansamos y nos vamos "pal monte".

De Irlanda también me gusta su música, sus motivos gaélicos y que a un callejón sin salida le llamen “cul de sac”.

Algún día, cuando sea mayor, volveré.

¿Y tu? Con el ritmo que llevas, ¿Para cuando el próximo viaje?

Un saludo,

Àngels.

Anónimo dijo...

Hola Toñi,
te informo: ya hemos hecho el exámen, bueno, a medias; solo a unos pocos les dio tiempo de llegar hasta la literatura, así que, por lo que he oído, haremos un comentario de un texto de Bécquer para subir nota.

¡Ah! seguí tu consejo de dormirme escuchando una grabación casera de todo el Romanticismo. (Lo recomendaste una vez en clase).
Creo que de mayor tendría que dedicarme a contar cuentos para dormir, ya que mi voz te deja "frito", de verdad.

Espero que estés haciendo todo correctamente, porque, ¡te queremos de vuelta prontito!

Un abrazo,

Rieke

María Antonia Valdivielso dijo...

Rieke,

A las 9:22 estabas contestando el blog, lo cual quiere decir que:

a) No has ido a clase
b) Estabas en clase de informática.

Por el bien de las dos espero que la opción correcta sea la b).

Mañana pasaré por el instituto y ya me enteraré de cuál es la otra versión del tiempo que os ha llevado hacer el examen, que yo sé que a veces os perdéis en lo accesorio y dejáis lo esencial.

Respecto a lo de la grabación, si no me equivoco me mostré bastante excéptica sobre su funcionamiento. Cuando tengas la nota ya me dirás si te ha ido bien o no.

Un abrazo para mi rubia favorita.

María Antonia Valdivielso dijo...

Àngels,

¿A que engancha estos de los blogs? Además, como uno te lleva a otro y ese a uno más, al final te puedes pasar todo el día saltando de página en página. Es una maravilla. Justamente hoy hace 39 años que se hizo el primer intento de transmisión de datos con un sistema similar a lo que después sería Internet. Cómo ha cambiado nuestro mundo la red. Lo que hemos visto y lo que veremos. El problema es que, a veces, el exceso de información acaba causando desinformación y hay que saber discriminar.

Gracias por comentar con todos los que aquí nos reunimos tu experiencia dublinesa. Yo tendré que volver, porque me faltan un montón de cosas de las que tú citas (la cárcel, el espectáculo de baile...).

El próximo viaje quizás caiga el mes que viene, algo tengo por ahí en marcha.

Ahora me voy a tu casa, que veo que tienes entrada nueva.

Un beso