martes, 12 de agosto de 2008

Sanidad pública versus sanidad privada

No hace falta decir que todo lo que estoy contando en este blog responde única y exclusivamente a mi experiencia personal. Ni pretendo generalizar, ni mostrar ningún camino ni ser ejemplo de nada. Cuento las cosas como yo, en este momento concreto –y puede ser que más adelante no sea así-, las estoy viendo y viviendo.
Convivir con un cáncer y un seguro privado al mismo tiempo no es fácil. En más de un momento me he sentido perdida e indefensa, y no precisamente por la enfermedad, sino por no saber por dónde tenía que seguir o a quién tenía que llamar.
Para empezar, fue el ginecólogo el que me diagnosticó el cáncer. Como él no es especialista en mama, me recomendó al doctor T., El Hombre Que Nunca Sonríe, y hasta me concertó una cita con él, pero, a partir de ahí, todo lo he tenido que hacer sola.
Cuando el doctor T. me empezó a solicitar pruebas, tuve hasta que consultar qué era una gammagrafía para saber quién me la podía hacer; es cuestión de coger el cuadro médico del seguro y empezar a llamar, hasta que alguien te dice que te puede dar una hora relativamente pronto y que, además, te puede hacer un informe antes de que las ranas críen pelo o el tumor se extienda más. Lo mismo se puede aplicar al informe del preoperatorio, a los Rayos X con informe, al ecocardiograma… He tenido que buscar radiólogo, cardiólogo y, lo que es peor, hasta oncólogo. Ese fue un momento especialmente duro: empezar a llamar a los médicos que, en el librito del seguro, están bajo el epígrafe de oncología te hace tomar conciencia total de lo que tienes.
Y no sólo es eso. Hay pruebas que el seguro quiere que se hagan en una clínica determinada, con la que tiene concierto, y el doctor T. exige que sean de otra clínica, donde en teoría yo no puedo ir. El doctor T. insistió en que la resonancia magnética nuclear y la punción con aguja gruesa tenían que ser de la clínica R., para añadir a continuación que seguramente me pondrían muchas pegas, y que en ese caso pidiera ver a algún supervisor, y que insistiera y que llorara si era necesario para que me autorizaran el volante. Creo que es fácil imaginar la angustia: no es sólo que te digan que tienes lo que tienes, sino que a ello se le suma la incertidumbre de pensar si darán permiso para hacer las pruebas, si de verdad habrá que montar un número, si al final no quedará más remedio que pagarlo. Al final, no me pusieron problemas, pero la preocupación añadida y la sensación de que estás suplicando por un favor no me las quita nadie.
Luego está lo de las autorizaciones en general, para cualquier prueba excepto para una analítica de sangre; ni un día he salido del médico sin algún volante que necesitara supervisión: para cada ingreso hospitalario, para la detección del ganglio centinela… y, lo último, para cada uno de los ciclos de la quimio. No hay una autorización global, no, que eso sería facilitar las cosas: antes de cada ciclo, debo ir a las oficinas de la compañía del seguro a pedir autorización. Absurdo, ¿no?
Se suele pensar que la gran ventaja de la sanidad privada frente a la pública es la rapidez (no lo es el cuadro médico, porque todos, absolutamente todos los médicos que me han tratado trabajan en la pública y en la privada), pero incluso eso lo puedo desmontar fácilmente. A mi madre y a mí nos estaban haciendo prácticamente lo mismo en el mismo momento; pues bien, desde la mamografía hasta el resultado de la punción con aguja gruesa, con mi madre en la sanidad pública tardaron diez días menos que los que yo tardé. Y todo eso sin que ella se tuviera que molestar en buscar médicos, solicitar autorizaciones y sentirse perdida más de una vez, y sin que tuviera que moverse por la mitad de los centros sanitarios privados de Palma arrastrando una enorme bolsa de radiografías que cada día iba engordando con nuevos informes y pruebas. Envidiaba a mi madre cuando recibía un mensaje en el móvil diciéndole a qué médico tenía que ir y cuándo tenía que hacerlo, mientras yo buscaba e intentaba cuadrar todo lo que me pedían para que me pudieran operar el día acordado.
¿Cómo puede ser que se acabe tardando más en la privada? Es fácil. El doctor T., por ejemplo, sólo opera los martes. Si ya tiene a dos pacientes, pasas al otro martes; si coincide con un congreso o con un viaje, te vas a tres semanas más tarde, que es lo que me pasó a mí. Quiero pensar que si ven que el caso es urgente se dan más prisa.
Es verdad que la sanidad privada tiene ventajas, las más importantes de las cuales son, quizás, la intimidad y una cierta comodidad. En las dos operaciones he tenido una habitación para mí sola, con una cama para un acompañante. Y en la quimio hay unos boxes individuales que, según me han dicho, no existen en el mayor hospital público de Mallorca. Aparte de eso, poco más.

6 comentarios:

fray lokus dijo...

Hola campeona.

Cuando mi mujer tuvo la preclamsia que hizo que el niño fuese prematuro y por orden tajante del cardiologo también tuvo habitación para ella sola en la maternidad de Son Dureta.

ignasi dijo...

Hace ya bastante tiempo, Toñi, que esta historia me la explicó bastante bien Vicenç Navarro en un libro que te recomiendo vivamente, de nombre largo y grandilocuente, pero excepcional: "Bienestar insuficiente, democracia incompleta" (Anagrama). Inaceptable para la derecha porque los deja en evidencia, peligroso para la izquierda progresada porque invita a pensar libremente más allá de dogmas de fe, allí se habla de bastantes cosas, entre otras de que los sistemas sanitarios dicotómicos (público/privado) están condenados a ofrecer ambos un mal servicio, pues la dicotomía implica una ineficaz partición de recursos disponibles, en lugar de la deseable concentración. Pero una sanidad pública que hiciera innecesaria la sanidad privada implicaría otra política fiscal y, en general, otra concepción de la res publica. Tu y yo somos profes, ¿te suena la película? Seguro que sí.
También me sé un chiste de sanidad pública vs. privada, pero como se ilustra con ejemplos obscenos, lo voy a dejar estar, que si no el personal dirá que no tengo remedio. Pero que conste que era bueno, ¿eh?
Cuando vuelva de mi viaje volveré por aquí.
Un gran beso y buena suerte

María Antonia Valdivielso dijo...

Fray Lokus,

Yo sé de algún caso más en que el paciente ha estado solo en la habitación, pero sé de buena fuente que, en casos como el mío, has de compartir la habitación. Es un inconveniente menor si estás pocos días ingresado, pero para una hospitalización larga se acaba agradeciendo la intimidad. En cualquier caso, no sé si eso sólo compensa, que es lo que quería decir.

María Antonia Valdivielso dijo...

Ignasi,

Eso sí es subir el nivel de este blog. Nosotros hablando de "El Imperio Contraataca" y tú contraatacando con bibliografía selecta.

Tienes razón con lo que dices, y prefiero no enredarme con lo que la enseñanza pública y la privada, que sabes que es uno de mis temas favoritos y de los que más me encienden, pero yo soy de las piensan que no me importaría pagar los impuestos que se pagan en Suecia si tuviera los servicios públicos que hay allí. Aunque aquí, con el descontrol de las cuentas públicas, lo más probable es que se malversaran más de la mitad de los fondos antes de llegar a su destino. Pero esa es otra cuestión.

Saluda a las playas de Omaha de mi parte.

Anónimo dijo...

buenas campeona, no sé si te acordaràs de mi, espero de todo corazón que sea asi porque, la verdad que me hizo muchísima ilusión que un ex profesor mio, me diera información sobre lo que estas pasando. mi nombre... que parece misterioso, ya te lo diré. quiero que sepas que no se olvida una professora como tu, y menos haciendo una carrera como pedagogía, me gustaría enviarte muchisimos ánimos i muchisima suerte en toda esta aventura que lo único que va a conseguir es hacerte más fuerte. simplemente i con muchisimo cariño. Isa Carbonell.
ah porcierto, a mi la sanidad pública (espero) me resuelva todo tipo de problema, ya que mi cambio va a ser radical. espero mantenerte informada ahora que ya se donde estas, y tu lo mismo.

grácias por ser tan fuerte.

CESC.

Anónimo dijo...

Querida amiga: en la Sanidad pública están los mejores especialistas (algunos compatibilizarán su trabajo con unas horas en la privada, por el sobresueldo), se trabaja en equipo, se dispone de los mejores medios, hay comités de tumores diariamente, se investiga, se está al día... Cambia a la Pública, hazme caso. Me lo agradecerás. Y basta con que pidas hora y consigas un informe escrito de tu proceso. Soy un profesional del asunto y sé de lo que estoy hablando.
Un cordial saludo